Tengo HPV, ¿y ahora qué?

Una mirada más allá del diagnóstico y del estigma que recae sobre quienes portan una de las enfermedades de transmisión sexual más comunes

El virus del papiloma humano (VPH o HPV, por sus siglas en inglés) son grupos diversos de virus ADN pertenecientes a la familia de los Papillomaviridae, que se transmite por contacto sexual. Eso dice Wikipedia. Pero para la mayoría de las mujeres se presenta como un diagnóstico desconocido en los resultados de sus controles ginecológicos o en forma de verrugas en sus genitales. 

Contagiarse de HPV es más común de lo que se piensa. De hecho, se estima que 4 de cada 5 personas en Argentina van a contraer uno o varios tipos de este virus en algún momento de sus vidas. Sin embargo, abunda la desinformación, el estigma y el miedo al hablar de esta enfermedad.

“Al principio me daba un poco de vergüenza contarlo, porque sentía que tenía una peste o que era una ‘trola’”, dice Martina, en diálogo con Hablando Claro. Ella supo que se había contagiado tras recibir los resultados del papanicolau y la colposcopía. “Nunca tuve verrugas, por lo que no supe que lo tenía hasta que no me lo dijo el médico”, remarca.

Para Tiziana fue similar. Entró en pánico cuando leyó que el informe del pap decía «infección por transmisión sexual». «No sabía qué tenía. Mi cabeza iba a mil», recuerda.

Ambas tuvieron malas experiencias con los primeros profesionales que visitaron. «Estaba sola, preocupada y desinformada. Me largué llorar. El ginecólogo me dijo que agradezca que no tenía sida», cuenta Martina. Tiziana tampoco encontró calma en la primera consulta, sino mas bien, malos tratos. Ambas siguieron buscando hasta encontrar a un profesional que las acompañara en el proceso.

Sabrina Perassi es médica ginecóloga y trabaja en hospitales de la ciudad de Córdoba y en centros de salud de Las Gramillas, Villa Fontana y La Puerta. En diálogo con Hablando Claro, la profesional explicó que «el 90% de la población es portadora de HPV».

«Lo que pasa es que no da síntomas siempre. Es un virus que se esconde, está en silencio y en algún momento aparece», agrega. De ahí la importancia de realizarse controles de manera periódica.

Perassi sostiene que es «fundamental» que el profesional brinde tranquilidad a la paciente y le explique de qué se trata el HPV y cuáles son los pasos a seguir tras el diagnóstico. «Si les da miedo, muchas pacientes no vuelven», cuenta. En casos desatendidos, la enfermedad puede agravarse hasta desarrollar un cáncer de útero, lo cual será más difícil de controlar en el tiempo.

«No es algo para preocuparse, sino para ocuparse. Hay que seguir con los controles, ver si las lesiones aparecen y hacer los tratamientos adecuados»

Martina cuenta que, después de haber recibido el diagnóstico, los médicos le dijeron que debía controlarse cada seis meses «para corroborar que no era grave». «Me colgué y cuando volví a ir tenía grado 2, que es pre-cancerígeno», confiesa.

Perassi afirma que la forma más adecuada de tratarlo es mejorar la inmunidad de la paciente. De esta manera, se le receta ácido fólico o vitamina C, se le indica que suspenda el cigarrillo en caso de que fume y, en casos más graves, se le pide que suspenda la ingesta de pastillas anticonceptivas «porque el virus puede alimentarse de estas hormonas», explica, pero aclara que esto no quiere decir que el anticonceptivo predisponga al HPV. También se le recomienda colocarse tres dosis de la vacuna preventiva.

Todo eso fue lo que hizo Martina y a los pocos meses logró que baje a grado 1. Sin embargo, su médica no quiso esperar mucho tiempo más y le realizó una conización, es decir, una cirugía por la cual se extrae una muestra del tejido anormal del cuello uterino. Tiziana también contó con la posibilidad de someterse a un proceso quirúrgico, pero no pudo hacerlo porque su sangre no coagulaba y había riesgos mayores. Ella convive con HPV de grado 1 y se controla periódicamente para evitar complicaciones.

«El virus puede entrar y nunca dar una lesión o puede entrar y dar una lesión de bajo o alto grado. También puede desaparecer solo o puede desaparecer con un tratamiento mínimamente invasivo», explica la especialista. En todo caso, lo fundamental es el control ginecológico y la inmunidad del organismo.

«Detectar una lesión (verruga) no les tiene que dar miedo, sino que hay que actuar a tiempo para poder intervenir y para que no pase a mayores. Que no tengan vergüenza ni miedo, no lo sientan como un tabú»

Es importante destacar que el HPV no solo afecta a personas con vulva, sino que también puede aparecer en hombres o personas peneportantes. «Aunque tiene predilección por el cuello del útero, el hombre también es portador y puede transmitirlo», dice y recomienda que ellos también consulten al urólogo con frecuencia. Si bien el riesgo es muy bajo, el virus también puede desarrollar cáncer de pene.

La buena noticia es que hay maneras de prevenirlo. El principal método es el uso del preservativo y el campo de látex durante las relaciones sexuales. Además, en Argentina existe una vacuna tetravalente que es eficaz contra las cuatro cepas más graves. En el año 2011 fue agregada al calendario obligatorio para niñas de 11 años y en el 2017 se incluyó también a los varones. Pasada esa edad, se puede colocar en tres dosis, una cada tres meses.

Cabe remarcar que las primeras niñas en haberse colocado obligatoriamente la vacuna están cumpliendo 21 años, por lo que los efectos se están empezando a ver recién ahora. «Tenemos buenos resultados», afirma la ginecóloga y remarca que incluso se coloca a quienes ya tienen HPV de alto grado y se obtienen significantes mejoras.

El HPV es un virus que nunca se va, sin embargo, puede estar en inactividad. «Siempre va a estar en el cuerpo, pero no siempre dando lesiones», dice Perassi. «El mayor riesgo es la inmunidad de cada paciente. Ante una baja inmunidad, otra enfermedad o un embarazo, el virus puede reaparecer, pero después se lo trata y puede no aparecer más», agrega, dando cuenta de que cada caso es completamente diferente.

Convivir con HPV no significa ser «sucia», ni tener una «peste», ni ser «trola». Más bien es el resultado de un sistema que llegó tarde a preocuparse por la salud de las mujeres.

«Creo que todavía falta mucha concientización en la sociedad y mucha educación. Esto necesita mucha más información que no se está dando. Debería ser más masivo», reflexiona la ginecóloga.

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