¿Cómo actuar si un niño se está ahogando?

Las interrupciones en la respiración de los menores pueden dejar graves consecuencias neurológicas. En diálogo con Hablando Claro, el pediatra Juan Carlos Carabajal brinda información útil sobre estos hechos que es tan común en infantes.

Lamentablemente, son comunes los episodios donde niños se ahogan y sus padres deben buscar ayuda desesperados. En el primer mes del año, se registraron al menos 3 casos: una beba de siete meses fue salvada por personal de DUAR en Jesús María; en esa misma ciudad, dos policías salvaron la vida de una niña de dos años realizándole también la maniobra de Heimlich. Por último, se hizo viral un video de dos oficiales de la Policía Bonaerense dando primeros auxilios y rescatando a una menor.

Juan Carlos Carabajal es médico pediatra y presidente de la Sociedad Argentina de Pediatría filial Catamarca. En diálogo con Hablando Claro, afirma que generalmente los ahogamientos en menores sanos se producen por la ingesta de «cuerpos extraños, que pueden ser líquidos o sólidos».

Según el doctor, lo más frecuente es que ocurra en menores de cuatro años. Estas interrupciones en la respiración de los infantes causan la disminución de oxígeno en sangre, lo que puede llevar a un problema neurológico la mayoría de las veces. «Si no se actúa en forma inmediata, puede quedar en graves condiciones neurológicas», asegura Carabajal.

Entre las principales formas de prevención de estas situaciones, se encuentra la supervisión constante de los niños, ya que cualquier objeto cercano puede ser peligroso para él y «porque el niño quiere andar y quiere investigar todo». «Como pediatras le aconsejamos a los padres que tengamos mucho cuidado con los elementos que se encuentran alrededor de los niños. Con las piletas, se recomienda que se le pongan rejas protectoras o algo para que el niño no se acerque, incluso con las piletas de lona», agrega el médico.

«En cuanto a los elementos sólidos, es fundamental atender a los juguetes u objetos que estén cerca de los niños, porque ellos tienden a llevarse todo a la boca, es algo normal e innato», explica Juan Carlos, manifestando que «se los pueden tragar y llegar a las vías respiratorias».

Acerca de los alimentos, se recomienda que sean bien cocidos y picados «lo más fino posible» y que estén acompañados por líquidos.

Consultado sobre qué hacer ante una situación de ahogamiento, el doctor dice que lo primero que hay que ver es cómo está el niño: «Si el niño está tosiendo y está consciente, no se tiene que hacer absolutamente nada, hay que dejar que tosa y acompañarlo para ver qué pasa. Si está consciente, significa que puede expulsarlo«, precisa Carabajal.

En cambio, si el infante está inconsciente, «tiene que buscar ayuda inmediatamente». Mientras tanto, se puede tratar de realizar diversas acciones, como la maniobra de Heimlich, que permite expulsar el cuerpo sólido por las vías respiratorias inferiores.

El médico asegura que esa maniobra depende de la edad del niño: «Si es un lactante, uno puede alzarlo e inclinarlo 45° y hacer golpes secos entre las dos escápulas (los huesos de la espalda), por lo menos cinco veces. Si no lo expulsa, se da vuelta al niño y empezamos a hacer compresión en el tórax con dos dedos, porque el tórax del niño es flexible y se puede comprimir fácilmente».

Si el niño no respira, se pueden hacer las maniobras de RCP, que consisten en «compresión toráxica y respiración boca a boca».

Si el menor ya es más grande y no se lo puede alzar, «se comprime haciendo un puño cerrado, al nivel del tórax y un centímetro arriba de donde terminan las costillas». Juan Carlos dice que «esas compresiones estimulan a que los pulmones expulsen lo poco que les queda de aire y puedan empujar al elemento extraño».

Carabajal enfatiza en que «nunca se debe meter el dedo dentro de la boca del niño», ya que por la desesperación el infante va a morder y, además, esto puede causar que el elemento extraño se introduzca aún más en el cuerpo del niño. «Hay pinzas especiales para retirar el elemento del niño», detalla.

En cuanto a patologías específicas que puedan producir ahogamientos en los niños, el médico afirma que en los lactantes son comunes los reflujos. «Nosotros tenemos en el estómago unas válvulas que no están funcionando bien. Cuando se ingiere abundante alimento, se generan pequeños vómitos y esos vómitos se llaman reflujos», explica.

Los reflujos pueden ser normales, debido a la gran cantidad de alimento consumido, o patológicos. Los del segundo tipo se detectan porque influyen en el peso del niño y vomitan todo lo consumido. En cualquier caso, hay que colocar al infante de costado y esperar a que terminar de vomitar.

Ante cualquier duda o pregunta, se ruega consultar inmediatamente con su pediatra de cabecera para un mejor tratamiento y atención.

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